A nadie le gusta perder. Y menos en política. Hasta tal punto que la incertidumbre puede llevar a apostar por el caballo ganador no sólo cuando un partido político se enfrenta a su adversario, sino también en su mismo fuero interno.
La estrategia de subirse al carro, o efecto bandwagon por su denominación en inglés, es una de las más usadas en campañas electorales de todo el mundo. Una táctica que hemos destripado en la Tercera tertulia del año en Reason Why: “Marketing Político, comunicación medida a medida”. Con la intervención de Marcos de Quinto, Consejero del CEO de The Coca-Cola Company; Fran Carrillo, Consultor político y asesor de comunicación en La Fábrica de Discursos; Pablo Herreros, Periodista y Comunicador; y Luján Artola, Periodista y analista política.
Cuando uno apuesta a caballo ganador se garantiza la victoria. Se trata de subirse al carro del que va a ganar por el simple hecho de tener el reconocimiento social del colectivo victorioso.
Aunque a veces, la maniobra también pueda esconder un movimiento de distracción: vender un éxito futuro puede desmovilizar al electorado del contrario y despejar un camino que de partida está poco claro.
“A la gente no le gusta perder. Por eso hay más seguidores del Barça y el Madrid que de otros equipos de fútbol”, se ha escuchado en la mesa. Y, junto a los ganadores, están los que saben disfrazar de victoria la derrota: “Los políticos tienen cierta habilidad para vender que todos han ganado”. Es más, tienen habilidad para vender un éxito en el que no creen. De ahí que la frase más escuchada en campaña sea: “Soy el futuro presidente” (o presidenta).
Al carro del ganador también se sube el que tiene menos posibilidades de levantar el trofeo, pero gran capacidad para condicionar el poder del que pueda quedar primero. Son los conocidos como partidos bisagra y los que mejor saben aplicarse la frase que los tertulianos han tomado prestada de American Beauty: “Para tener éxito hay que aparentar sensación de éxito”.