Desde 1837 uno de los elementos que ha permitido identificar a Tiffany & Co, más allá de sus preciosos diamantes y joyas, es el particular azul, el Tiffany Blue que adorna y da color a su packaging, a sus comunicaciones y creatividades, y, en general, a toda su marca. Se trata de un tono registrado desde 1998, es decir, una marca comercial en sí misma, cuyo uso está limitado. Al menos hasta ahora. Y es que el artista y activista Stuart Semple ha liberado y clonado el famoso color para hacerlo accesible a todo el mundo.
“El icónico Tiffany Blue se ha mantenido bajo el firme dominio de Tiffany & Co, pero el estudio ha podido recrear un impresionante tono mate súper plano de alta calidad para que todos los artistas lo utilicen en sus creaciones”, explica Semple en su plataforma artística Culture Hustle, a través de la cual comercializa sus productos y desarrollos. En este espacio se pueden encontrar algunas de sus más populares artículos como “The world’s pinkest pink” (el rosa más rosa del mundo) o "Black 3.0", colores que el activista desarrolló como respuesta al registro de derechos exclusivos sobre el tono Vantablanck por parte del artista Anish Kapoor.
Stuart Semple y su estudio se complacen de presentar el azul Tiff como el “color que alguna vez fue inalcanzable” y que imita el creado por Charles Tiffany y John Young hace casi dos siglos. Tal y como explica el artista, muchas compañías tienen registrados los colores de sus marcas, como es el caso del rojo de Coca-Cola o el magenta de T-Mobile. Sin embargo, lo que hace diferente a la marca joyera es que “su marca registrada impide que se use en casi una cuarta parte de todos los productos y servicios, incluidos joyas, fragancias, artículos de cuero, vajillas y cubiertas de libros, estacionarias, ¡incluso del color de un escaparate o un taxi!”.
Las limitaciones tan restringidas sobre el uso del color ha sido lo que ha llevado a Semple a duplicar el color y ponerlo a disposición de todos los interesados. “¡Tiffany Blue! Es ILEGAL que pintes con él, está registrado en todas las categorías. ¡Por eso tuvimos que liberarlo!”, comentó el artista al dar a conocer su creación a través de Twitter.
El propio Semple ha compartido lo que Tiffany & Co recoge en su página web respecto al color Tiffany Blue. “Desde 1998, Tiffany Blue ha sido registrada como marca de color por Tiffany y, en 2001, se estandarizó como un color personalizado creado por Pantone exclusivamente para Tiffany y no está disponible públicamente”, detalla la compañía. “Independientemente del medio en el que se reproduzca el color, el tono patentado de Tiffany permanece constante y reconocible al instante. El color Pantone se llama "1837 Blue" y lleva el nombre del año de fundación de Tiffany”.
Según explica el activista en su página web esto supone que la compañía “no solo ha restringido la forma en que las personas pueden usar el color a través de la marca comercial, sino que también tiene un acuerdo exclusivo con Pantone, quien también registró su color, en el proceso, dándoles acceso exclusivo a Pantone 1837 y haciéndolo no disponible para el público hasta ahora”.
Semple vende actualmente su color Tiff por 27,99 dólares el bote de pintura, aunque según recoge Fast Company, el artista asegura no tener ánimo de lucro. “Veo los materiales de arte más como una crítica cultural, una pieza de arte crítico en lugar de un negocio”, ha comentado. "Mi estudio funciona sin fines de lucro, por lo que ponemos todo lo que podamos en luchar por la libertad de expresión y abrir los colores para todos".
Las implicaciones legales de la acción
A pesar de esto, en Pons IP, firma global de propiedad industrial e intelectual, entienden que la iniciativa de Semple no es legal y que, por tanto, hay una infracción de marca registrada. “Lo es por dos razones. La primera es que, más allá de reproducir el color, se ha alterado la marca de Tiffany con cierto carácter denigratorio. El nombre de Tiffany aparece parcialmente tachada”, nos comenta Carmen González, Directora de Marca y Brand Intelligence de Pons IP. “Y la segunda es que hay una explotación comercial. Se están utilizando atributos de Tiffanys para vender un producto, en este caso pintura”.
Por tanto, no podría considerarse que la iniciativa de Semple se trate de una obra de arte individual y única que pudiera llegar a ampararse en la libertad de expresión. Además, el hecho de haber hecho accesible el producto es donde también puede encontrarse infracción. “Si hubiera llevado a cabo un uso privado de la marca, como la impresióon 3D de artículos de marcas, no estaría cometiendo infracción. Este tipo de aplicaciones nunca son infracciones”. La experta recuerda que la Oficina de Marcas y Patentes concede las marcas de color de forma muy restrictiva, puesto que las considera un monopolio importante.
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Para González la controversia no está tanto en el clonado de color y su venta, sino en la asociación negativa con Tiffany & Co. Que el color Tiffany Blue sea accesible e iniciativas como la de Semple se generalicen son cuestiones que pueden afectar negativamente a la joyera. “El mayor riesgo y principal peligro es que esta acción no sea aislada, y que de darse más, tengan voluntad comercial. Esto haría que el renombre de la marca se diluya. Por eso defenderse ante usos no autorizados de marca es una obligación si quieren mantener los derechos en exclusiva y la reputación”.