Los nuevos negocios de los quioscos de Barcelona: de los cajeros automáticos a la venta de café y comida envasada

  • En los últimos meses se han implantado medidas encaminadas a lograr un modelo económico más sostenible
  • Se ha reducido el porcentaje de espacio destinado a prensa y se ha ampliado la venta de otros productos

Los quioscos de Barcelona han experimentado una notable transformación a lo largo de los últimos meses, fruto principalmente del consenso alcanzado en julio del año pasado entre la Dirección de Patrimonio del Ayuntamiento de Barcelona, la Asociación Profesional de Vendedores de Prensa de Barcelona y Provincia, el Colegio de Periodistas de Cataluña y la Asociación de Quioscos de La Rambla. 

Aquel acuerdo buscó un modelo económico más sostenible para los quioscos de la ciudad mediante la ampliación del catálogo de productos y servicios que podían ofrecer a la población. El objetivo era proteger a las personas titulares de quioscos ante la crisis que desde hace tiempo atraviesa la prensa escrita a consecuencia de la adopción generalizada del ecosistema digital, la pandemia y la recesión económica global, para mejorar sus oportunidades. 

El acuerdo ha modificado la regulación de los quioscos situados en la vía pública

El pasado mes de febrero la Comisión Municipal de Economía y Hacienda de Barcelona aprobó la modificación de diversas cláusulas del pliego regulador de la concesión de uso privativo de dominio público de los quioscos situados en la vía pública, aprobado en 2013 y vigente hasta 2030, que regula todos los quioscos excepto los de la Rambla, que están regulados por licencia. No obstante, las medidas no han entrado en vigor hasta superar 20 días de exposición pública. 

El acuerdo alcanzado ha incluido dos paquetes de medidas. Las primeras, vigentes desde el pasado mes de septiembre, son las que no han implicado cambios en el pliego. Estas incluían armarios o taquillas de almacenamiento para la distribución de paquetería, la posibilidad de tener cajeros automáticos, servir de base para instalar antenas para el despliegue de redes 5G, vender entradas de espectáculos o recargar baterías eléctricas. 

Las segundas, por contra, han requerido la modificación del citado pliego de cláusulas. El principal cambio ha sido la modificación del porcentaje de exposición y venta de prensa y publicaciones periódicas -diarios, revistas, libros, etc.-, que ha pasado del 80% del espacio al 51 %, lo que deja el 49% restante a la posibilidad de vender otros productos, como loterías, objetos de recuerdo, regalos, tarjetas de transporte, entradas o recargas de móviles. 

A esto, además, se ha añadido la posibilidad de vender productos que hasta el momento no tenían autorizados, como café o comida envasada para llevar, aunque no se permite la manipulación de la comida ni de su consumo en el quiosco. También se ha impulsado la flexibilización de los horarios de apertura y cierre, reduciéndose la obligación de apertura diaria de 8.00 a 15.00 horas a la franja de 9.00 a 14.00 horas.

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Por otro lado, ahora se contempla la posibilidad de ofrecer servicios promovidos por el Ayuntamiento de atención social de proximidad, facilitándose la participación en proyectos impulsados por el consistorio de interés social o comunitario, en los que puedan prestar servicios de soporte.

El julio del año pasado, el Ayuntamiento señalaba en un comunicado que Barcelona tenía un total de 322 quioscos, de los cuales 259 estaban adjudicados. Había 53 vacantes, de las cuales 31 se iban a retirar en el marco de las transformaciones urbanas. Finalmente, 10 quioscos estaban cedidos al Instituto Municipal de Personas con Discapacidad, que se gestionan a través de una cooperativa.

Según señaló el Ayuntamiento de Barcelona al dar a conocer el acuerdo, la modificación de la normativa buscaba “ampliar su oferta de productos y servicios, de forma que evolucionarán hacia un modelo más sostenible y viable económicamente manteniendo la venta de publicaciones como actividad principal”. Sin embargo, las medidas implantadas se han encontrado con el desacuerdo y descontento de la restauración de la ciudad catalana. 

La restauración considera las nuevas medidas como competencia desleal

Tal y como informaba El Periódico hace unas semanas, el Gremio de Restauración de Barcelona considera "competencia desleal e intrusismo" la posibilidad de que los quioscos puedan vender comida envasada para llevar. Roger Pallarols, Director del Gremio, comentó: "es inadmisible querer rescatar estos quioscos a expensas de hundir la restauración de los barrios". 

Aseguró que nadie desea el cierre de los quioscos, pero subrayó que cuentan con ventajas competitivas económicas frente a los bares y restaurantes, al no tener que pagar el alquiler del local, suministros y personal, entre otros gastos. También apuntó que las medidas convierten a los quioscos en bares encubiertos y que terminarían perjudicando a los consumidores al devaluar la calidad de la oferta.